Teatro Nacional de Miskolc

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El Teatro Nacional de Miskolc, el teatro de piedra más antiguo de Hungría que realiza funciones en húngaro, tiene una historia que abarca casi dos siglos, entrelazada con la de la ciudad. Todo comenzó en 1815, cuando la primera compañía de teatro húngara se estableció en Miskolc tras abandonar Cluj-Napoca. Sus representaciones en la cochera de la posada Korona y en el salón de los zapateros junto al Sötétkapu tuvieron tanto éxito que los ciudadanos de Miskolc decidieron construir un teatro de piedra, que se inauguró en 1823. El primer teatro fue destruido por un devastador incendio veinte años después, pero la comunidad estaba decidida a reconstruirlo. La construcción del nuevo teatro llevó diez años y reabrió en 1857 con la obra Marót bán de Mihály Vörösmarty. Diseñado por el arquitecto de origen italiano József Cassano, el edificio combina el estilo clásico con elementos románticos. El teatro ostenta varios récords: es uno de los teatros del país con funcionamiento continuo más largo, con representaciones en el mismo lugar desde 1857. A lo largo de su historia, el teatro ha sido modernizado en varias ocasiones, con la introducción de iluminación eléctrica, la actualización del sistema de calefacción y la ampliación de los asientos en 1925. Renovaciones significativas tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XX, cuando el teatro se amplió hacia edificios vecinos, duplicando su tamaño. Las renovaciones de los años 90 añadieron varios nuevos espacios de representación, como el Hall, el Teatro de Cámara, la Casa de Juegos y el Teatro de Verano, permitiendo acoger diversos géneros, desde el drama hasta la música y el ballet. Una figura legendaria asociada con el teatro es Eszter Bató, recordada por la campana creada en su honor. La historia de la campana y la construcción del teatro está profundamente arraigada en la cultura de Miskolc. El Teatro Nacional de Miskolc sigue siendo el corazón de la vida cultural de la ciudad, inaugurando nuevas temporadas cada año. Su historia demuestra que, aunque mucho ha cambiado en estos escenarios a lo largo de doscientos años, el amor por el arte y el teatro perdura.